Todo parece indicar que el agua una vez recorrió la superficie de Marte,
sin embargo, solo se han podido encontrar huellas de su presencia, aquí se
revelan alguna de las más recientemente descubiertas en esta nueva carrera
espacial con rumbo a Marte.
Desde
que el ser humano pisase la Luna en 1969 no ha vuelto a pisar suelo extranjero.
No obstante, hoy estamos ante un nuevo sueño cósmico, pisar Marte, nuestro
vecino y solitario planeta. Marte está muy de moda hoy, pero dicha moda viene
de lejos. La primera sonda explorar Marte fue lanzada por la URSS en 1960 y
desde entonces se han lanzado casi 40 sondas para obtener información sobre
nuestro rojo hermano menor. La última fue el Curiosity lanzada en 2011 por
EE.UU.
Disponemos
de mucha información sobre Marte, pero cuando parece que damos un paso adelante
aparecen nuevas y más complejas preguntas. Los últimos datos enviados por el Curiosity
desde el cráter Gale revelan que en su superficie existe boro. Un elemento
químico que suele estar asociado a sitios donde se ha evaporado mucha agua.
También, ha encontrado oligistos, un tipo de mineral, cuya formación en la
Tierra está asociada con ambientes acuosos. Estos datos demuestran que nuestro
hermano pequeño del Sistema Solar contuvo una vez y durante mucho tiempo agua líquida, lo que implica que hubo un sistema
dinámico de movimientos e intercambios de elementos y electrones promovidos por el agua, es decir existió complejidad química ¡Y esto es bueno para la vida!
El
cráter Gale es el centro de las miradas de aquellos que tienen como horizonte
la superficie marciana, debido a que allí hubo una vez un lago con todos
los ingredientes químicos y la energía necesarios para la vida. Además de, unas condiciones
medioambientales apropiadas para ello, con unas temperaturas más cálidas, y
agua líquida posiblemente entre 0 y 60 ºC de temperatura y un pH neutro o
alcalino. En consecuencia, cada vez nos es más difícil negar que en Marte una
vez hubo vida.
Una
vez hubo agua, una vez, quizás, hubo vida en Marte, pero, sin embargo, ahora
parece ser un vasto desierto, como si la inmensa soledad y el eterno silencio
del universo lo hubiesen congelado convirtiéndolo en un enorme monolito, que
como los que tenemos en la tierra construidos por nosotros mismos en otro
tiempo, jamás deja de suscitarnos preguntas.
La marcianización de Marte. http://www.neoteo.com/plan-para-terraformar-marte |
¿Qué hizo que el agua líquida desapareciese? Esta sería la primera pregunta que vendría a nuestras mentes. Una de las hipótesis más probables lo explica diciendo que el viento solar fue capaz de arrancar la atmósfera del planeta debido a la desaparición de la magnetosfera, un campo magnético que sirve como escudo frente a la radiación espacial, 500 millones de años después de su formación. Pero, qué puede hacer que una magnetosfera desaparezca de la noche a la mañana. Esta pregunta hoy en día sigue siendo una incógnita.
La Tierra también posee una
magnetosfera que protege a la atmósfera y a todos nosotros de la radiación
espacial y del viento solar. El origen de esta capa se encuentra en el
movimiento del núcleo de hierro presente en el centro de nuestro planeta
formado hace tan solo entre 1000 y 1500 millones de años, lo que supone que la
Tierra estuvo unos 3000 millones de años sin núcleo interno y, por tanto, sin
campo electromagnético protector. Esto nos lleva a pensar que el origen de la
magnetosfera marciana se encontraba también en un núcleo de hierro en el centro
del planeta, ¿qué hizo que el núcleo se detuviese o desapareciese dejando de
generar el campo electromagnético?
Muchas
preguntas que de momento no podemos responder y ante esta ignorancia, un miedo
puede momentáneamente asolar nuestro corazón, ¿puede sufrir la Tierra ese mismo
destino, convirtiéndose en un desierto de polvo, hielo y muerte? No viviremos
para contarlo, pero, ¿vivirá la Tierra para sufrirlo? Ante las catastróficas
consecuencias de nuestro estilo de vida, buscar entre las estrellas un nuevo
hogar, mientras consumimos hasta la destrucción el nuestro dice mucho de cuáles
son nuestras perspectivas e intenciones: colonizar, consumir y huir. No podemos
ni debemos ponerle freno a la curiosidad de responder a las grandes preguntas
cuyas respuestas están fuera de nuestro mundo, pero ante la peor crisis
ambiental de nuestro tiempo o tal vez de todos los tiempos, ante la sexta
extinción masiva de la historia de nuestro planeta, es a éste al que debemos
volcar nuestros esfuerzos, nuestras miradas y nuestros corazones. Nosotros
somos la amenaza inminente a la vida en la Tierra, pero también somos los
únicos capaces de salvarla. No estamos a
disposición de terraformar Marte, pero sí de marcianizar la tierra.
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